Iglesia Faro de Esperanza

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La Disciplina del Amor

Una de las dinámicas mas difíciles de manejar en esta vida son las relaciones. Y quizás ese es el problema, las queremos manejar. Padres controlando a sus hijos adultos, maridos a sus esposas, lideres a sus seguidores, pastores a sus ovejas. Vivimos en un mundo donde el controlar a otros es considerado tener éxito. Quizás esto funcione y sea necesario en un trabajo, pero no funciona en el contexto del amor. Porque? Porque Dios es amor y a Dios no se puede controlar. Podemos contenerlo en un arca, o en un templo? De ninguna manera! Dios no puede ser contenido! De la misma manera, el amor en nosotros demanda libertad para fluir y expresarse.

En esta edición, voy a compartir algunas disciplinas que podemos aplicar a nuestros matrimonios, o a cualquier relación, pero en particular al matrimonio. Disciplinas que ayudan a mantener en vivo el amor y la pasión para una relación donde ‘quiero estar,’ ‘necesito estar’ y ‘luchare con mi cónyuge para estar.’ Disciplinas que si las ponemos en practica, desarrollamos lo que es un amor libre, empoderado y digno de ser expresado. En vez de un amor obligado y limitado que en realidad no es amor, sino control, dominio y manipulación. Este no es el plan de Dios. El plan de Dios es un amor que, Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta… y nunca deja de ser.” 1 Corintios 13:7-8

En primer lugar, abordemos el concepto de amor y pasión como disciplina. Tú y yo sabemos que vivimos en un mundo caído y que el amor incondicional no nos resulta fácil. Pero Dios es tan maravilloso, que ha permitido que Su Espíritu Santo habite en nosotros y nos proporciona la oportunidad de expresar Su naturaleza. Se llama el fruto del Espíritu, el primero de los cuales es el amor. Y mientras luchamos por permitir que Dios nos transforme para llegar a ser uno con Él, hay momentos en los que simplemente no nos sentimos muy amorosos o compasivos. Cuando experimentamos estos momentos y somos conscientes de ello, algo dentro de nuestros corazones y mentes puede iniciar el amor y la compasión desde un lugar de disciplina, desde un lugar de voluntad. Al hacerlo, podemos crear un ambiente en nuestras relaciones que nos permita vivir una vida de amor, pasión y verdad. La verdad siendo el componente crítico, el fundamento de todas estas disciplinas.

Tengo que advertirte, ¡esto no es fácil y desafiará tu fe al máximo! El compromiso con el amor y la compasión hacia los demás tiene un costo alto. Requiere que desinflemos nuestros egos y nos entreguemos a los demás y por los demás. Pero si estás dispuesto a someterte al proceso y a permitir que el Espíritu Santo perfeccione el amor que hay en ti, la relación que tienes con tu cónyuge florecerá. ¡Manos a la obra!

Las relaciones, particularmente la relación con tu cónyuge es algo que te pertenece. Es una relación de pacto, establecida ante Dios y reconocida por el mundo, en la que dos individuos toman la decisión de convertirse en uno. Un solo corazón, una sola mente, un solo cuerpo, una sola alma. Existe un vínculo espiritual que hace que nuestras emociones, voluntad, deseos y pensamientos se unan lentamente a medida que pasa el tiempo. Entender este concepto de dos que se convierten en uno es importante. Cuando dos personas se unen, como una sola, en cada una de estas áreas, el amor recibe el ambiente fértil en el que puede crecer.

Un solo corazón significa que nos unimos espiritualmente en un propósito y una visión, y que no permitimos que nada ni nadie nos desvíe de nuestro destino acordado. Vivimos juntos, planeamos juntos, viajamos juntos y llegamos juntos a nuestro destino.

Una sola mente significa que nos unimos estratégicamente en ideas y dirección vital, y no permitimos que nada ni nadie cambie nuestro camino. Esto es lo que decidimos, lo hacemos realidad juntos, siempre unidos.

Un alma significa que nos unimos con intencionalidad, para hacer del otro una prioridad por encima de todo lo que la vida nos depare. Pase lo que pase, siempre serás mi número uno, y yo el tuyo. Punto. Y nadie tendrá el poder, la autoridad o la influencia para alejarnos el uno del otro, nunca.

Un solo cuerpo significa que nos unimos físicamente en deseo y pasión, y que no permitimos que nada ni nadie se interponga entre nosotros. Es donde damos todo de nosotros mismos para expresar nuestra unidad y nuestro amor con y para el otro.

Esto es el compromiso más sólido que puede contraer una pareja. He aquí algunas disciplinas que podemos establecer para vivirlo. Empecemos por la más difícil, al menos lo es para mí!

Disciplina #1 - No impongas condiciones a tu relación. Esto es muy difícil porque todos queremos tener control de nuestras vidas. Queremos determinar, por nosotros mismos, cómo es nuestro futuro y cómo llegaremos a él. Pero cuando establezco una relación y traigo a otra persona a mi vida, deja de ser mi destino. Se convierte en nuestro destino. Ahora ambos tenemos que ponernos de acuerdo sobre cómo será ese destino y cómo llegaremos a él juntos y unidos como uno solo. Cuando imponemos condiciones, es un intento de controlar a tu cónyuge. Entiendo que ocurren cosas malas y que a veces resulta difícil confiar. Ciertas cosas provocan reacciones. Traumas, ofensas o actos de infidelidad son sólo algunos ejemplos de cosas que pueden llevarnos a crear condiciones para evitar que nos hagan daño. Aplicar condiciones parece lo correcto en el momento, pero con el tiempo hará que tu cónyuge se sienta esclavizado, y crea resentimiento, culpa y vergüenza. Esta no es manera de vivir, esta no es manera de amar. Otros optan por el divorcio, no porque la relación no pueda funcionar, sino porque su ego no les deja superar las ofensas. El divorcio es la salida fácil y puedes seguir con tu vida, pero debes saber que lo haces con ese espíritu controlador, que anda justo detrás de ti. Inevitablemente lo llevarás a tu próxima relación. Simplemente no funciona. No puedes cambiar el pasado, pero puedes cambiar el presente y el futuro. Todo empieza con abandonar la idea de controlar a la otra persona con condiciones. La verdad es que el amor no se puede limitar con condiciones, ni siquiera en las circunstancias más difíciles. El poder del amor proviene de su libertad. Así que tengo que estar dispuesto a soltar ese deseo de control, y comprender que estamos juntos en esto. Aunque se haya roto la confianza, tengo que tener la disciplina de soltar mi orgullo y hacer lo que me comprometí a hacer: amar incondicionalmente. Para ello, tengo que poner a mi cónyuge en primer lugar. No te centres en ti mismo, sino en tu cónyuge. Concéntrate en su sanidad. Concéntrate en sus sentimientos antes que en los tuyos. Si los dos lo hacéis, la relación puede restablecerse. Yo vivo para ella, ella vive para mi, y juntos vivimos por los que nos rodean. Sin condiciones, sólo con la firme decisión de amar. (1 Corintios 13:5 - El amor no exige lo suyo).

Disciplina #2 - Confianza y Verdad. No puedo permitir que el pasado manipule el presente. Si lo permito, también manipulara el futuro. Las heridas del pasado, las ofensas del pasado, los dolores del pasado sólo desaparecerán cuando perdonamos y elejimos confiar. Recuerda, es una disciplina. Es una decision. Tengo que estar dispuesto a confiar, pase lo que pase. La base de la confianza es la verdad. Como pareja, tenemos que estar dispuestos a decir siempre la verdad. Tenemos que estar dispuestos a no tener secretos entre nosotros. Nada de amigos secretos, relaciones secretas, conversaciones secretas con otros, compartir sentimientos íntimos con otros. Nada de secretos. Le cuento a mi cónyuge todo, y sobre todo. Nos reservamos un tiempo cada día para compartir todo lo que ocurre en nuestra vida juntos. Especialmente las cosas que pueden descarrilar nuestra relación o potencialmente alterar nuestro destino. La verdad nos mantendrá siempre en la dirección correcta, juntos. Esta disciplina requiere que seamos vulnerables. Esta disciplina requiere que tengamos la valentia de compartir todo por lo que estamos pasando. Incluso las cosas que puedan doler. Debemos ser abiertos el uno con el otro, ¡esa es nuestra fuerza! Ese es nuestro poder. Nos hace invencibles y nuestra relación impenetrable. Se necesita cero valor para castigar o herir a tu cónyuge. Se necesita mucho valor y vulnerabilidad para confiar y ser sincero, y liberarse de todas las mentiras y engaños que destruyen las relaciones. (1 Corintios 13:7 - El amor no se regocija en el pecado, sino en la verdad; todo lo soporta, todo lo cree...)

Disciplina #3 - Sé comprensivo. Cuando empecé a conocer a mi chica, descubrí su espíritu. Conocí su pasado y todo el dolor que había sufrido en la vida. Sabía que la dureza exterior que mostraba no era más que una proteccion que había desarrollado para proteger su corazón de las heridas. Las heridas del pasado eran muchas y muy duras. Su exterior duro y firme era igual de duro. Pero a través de todo eso, vi su espíritu. Vi la niña que había en ella. Esa parte de ella que no había sido afectada por la crueldad de la vida. Su sentido de humor, su valentía, cómo inspiraba a los demás a ser mejores. Vi una pureza que ella no podía ver en sí misma. Sabía que sus intenciones hacia los demás eran siempre nobles. Era todo lo que yo podía soñar. La amaba y, pasara lo que pasara, quería servirla. No importaba lo que dijera o hiciera, sabía que sus intenciones hacia mí eran puras y honestas. Sabía que nunca haría algo intencionadamente para hacerme daño, y mis intenciones hacia ella eran igual. Esta es la base de la comprensión, conocer el corazón de tu cónyuge, sus intenciones. Comprender es ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona y saber que sus motivos son puros. Comprender la intención de su corazón puede llevarme a una solución positiva, en lugar de crear una atmósfera en la que nadie quiere vivir. Esto significa que no importa lo que parezca la situacion, o lo que dijo en la emoción del momento, inmediatamente pedir disculpas, o perdonar y seguir adelante. Nada de guardar rencor o castigar a la otra persona. No hay que guardar silencio ni permitir que la tensión impregne el hogar. Ambos asumimos la responsabilidad de nuestros actos, nuestras debilidades, nuestros defectos, nuestros errores, nuestras palabras, pero lo más importante es que asumimos la responsabilidad de nuestro amor, de nuestra confianza y nuestra paz. Elegimos la amabilidad, la paciencia y la comprensión. Nos hacemos responsables de nuestra relación, de cómo funciona y evoluciona. (1 Corintios 13:4-5 - El amor es paciente... no piensa mal (sobre las intenciones de otros.)

Disciplina #4 - Honrar a mi cónyuge con mis palabras y acciones. Nuestras palabras y acciones comunican lo que sentimos y lo que somos. La comunicación establece el tono para todo lo que sucede en una relación. Hay poder y consecuencia en nuestras palabras (Proverbios 18:21). Podemos dar vida o muerte a nuestras relaciones. Nosotros elegimos cuál de estos dos poderes se manifestará en nuestros hogares. ¡Decidamos hablar vida! Palabras que levanten a una persona, no que quiebren su espíritu. Palabras que animen, no que avergüencen. Palabras que alaben, no que critiquen. Palabras y acciones que honren y construyan confianza, no que falten el respeto y hieran. Tenemos que estar conscientes, momento a momento, del impacto de nuestras palabras y de nuestra presencia. Cada vez que hablamos o actuamos, estamos creando un ambiente. Debemos disciplinarnos a vivir conscientes constantemente, y crear algo que sea beneficioso para ambos. Las discusiones son erosivas y perjudiciales. Comuniquen las diferencias con amor, no con ira. Nunca hables negativamente a tu cónyuge, o de tu cónyuge con otras personas, especialmente a miembros del sexo opuesto. Mantengamos nuestras emociones bajo control y asegurémonos de que, al final de cada conversación, ambos salimos sintiéndonos amados y cuidados. Si una persona pierde una discusión, perdéis los dos. Si una persona gana una discusión, habéis perdido los dos. El matrimonio no es una competición por el dominio. Si tienes que demostrar que tienes razón, en realidad no la tienes. Entender que nuestras palabras y acciones tienen un impacto. Tenemos que estar siempre conscientes del impacto que imponemos a los demás. Tenemos que dejar de insultarnos, menospreciarnos, juzgar, criticar o dar ultimátums. Todo esto es destructivo y siempre tendrá consecuencias negativas. Un gran error de comunicación que no podemos permitir, ni siquiera en nuestros pensamientos, es la idea de dejar la relación. Nunca debería ser una opción. Palabras como: "Estaría mejor sin ti", "Estaba loco al pensar que esta relación funcionaría", "Tal vez estoy destinado a estar solo", "Puedes recoger tus cosas y largarte". Este tipo de comunicación socava todo lo que es el amor, el respeto y la confianza. Este tipo de comunicación nos pone en alerta y nos da una salida fácil cuando las cosas se ponen difíciles. Lleva a la gente a tener siempre un "Plan B", por si acaso. Abre la puerta a la posibilidad y, de hecho, puede convertirse en una profecía autocumplida. Elimine esas posibilidades, eliminando esos pensamientos y palabras. Habla vida a tu cónyuge y tu matrimonio vivirá. Honra a su cónyuge en todo lo que digas y en todo lo que hagas. No sólo entre ustedes, sino con todas las personas con las que tengan contacto. Di lo que piensas, pero también expresa tu amor, tu aprecio, tu atracción. Expresa tu verdad. Habla de tu pasión. Habla de tus sueños. Habla de tu afinidad. Tienes el poder de la vida en tu lengua, ¡úsalo! (1 Corintios 13:4, 5 - El amor es bondadoso... no se comporta con rudeza... no se deja provocar).

El matrimonio está diseñado para ser una bendición maravillosa y es un regalo de Dios. Tenemos el poder de elegir nuestro camino y nuestro destino. Cultivar el amor y la pasión en nuestras relaciones es una aventura continua que crece a medida que lo hacemos. Una relación vibrante y apasionante requiere concentración y dedicación para crear, y también bondad y paciencia para mantener. Si seguimos el diseño de Dios, iluminará cada parte de nuestro camino juntos. Pido a Dios que estos principios te guíen a descubrir la altura, anchura, profundidad y amplitud del amor y la pasión que ya existe en tu corazón. Y acuerda siempre, El amor nunca deja de ser (1 Corintios 13:8)

Pastor Robert Pinzón